Hoy en día es habitual que deportistas de alto rendimiento o personas que realizan ejercicio de forma recreativa usen suplementos deportivos, hecho que puede ser muy beneficioso para mejorar su rendimiento deportivo. Sin embargo, al momento de elegir que suplemento consumir, muchas veces esta elección se ve influenciada por mitos, creencias y campañas de publicidad de suplementos que no tienen el respaldo científico suficiente para acreditar algún beneficio concreto. Por este motivo, es importante que nos hagamos tres preguntas al momento de considerar consumir un suplemento:
Con estas preguntas creamos un filtro para asegurar la efectividad de los suplementos y prevenir complicaciones negativas, como por ejemplo marcar positivo a una prueba de dopaje.
El Instituto Australiano del Deporte clasifica los suplementos en cuatro grupos según el nivel de evidencia científica con el que cuentan, los cuales son los grupos A, B, C y D. El grupo A incluye los suplementos con suficiente evidencia científica para ser recomendados en situaciones específicas. Los suplementos tipo B son aquellos cuyas investigaciones son prometedoras, pero todavía no son concluyentes. El grupo C incluye aquellos suplementos que tienen muy poca evidencia sobre ser beneficiosos. Y, por último, el grupo D abarca los suplementos prohibidos o con riesgo de contaminación de sustancias ilícitas.
Debemos considerar que no basta con que un suplemento cuente con respaldo científico para asegurar que nos será de utilidad, también debemos considerar si el efecto del suplemento es beneficioso para la disciplina deportiva que estamos practicando. Para ello, a continuación, veremos las características de los suplementos ergogénicos tipo A, cuando los podemos utilizar y que beneficios nos entregan.
Bibliografía
Nutreactivo®