La activación es un proceso fácil y simple que consiste en remojar las semillas en agua por un tiempo determinado, con el fin de mejorar la disponibilidad de nutrientes del alimento.
El agua y un ambiente templado simulan el riego de la lluvia para las semillas, lo que activa el inicio de su desarrollo. En este proceso ocurre una serie de reacciones al interior de la semilla, en la cual disminuyen aquellas sustancias que la mantenían inactiva la semilla (antinutrientes) aumentando aumentando la calidad nutricional del alimento. De este modo, laS semillaS liberaN todo su potencial nutritivo.
La activación genera una serie de reacciones bioquímicas al interior de la semilla, favoreciendo la liberación de sus reservas de nutrientes. Esto nos proporciona beneficios como mayor disponibilidad de proteínas y minerales, así como una mejor digestión del alimento.
Vamos a lavar las semillas bajo un chorro de agua corriente, las cuales deben ser crudas y naturales (no tostadas, partidas o peladas).
Pondremos las semillas en un recipiente, y le añadiremos agua filtrada o mineral en una proporción de 1:4 entre las semillas y el agua.
Dejaremos las semillas remojando a temperatura ambiente. Las semillas más pequeñas, como sésamo, girasol, zapallo, chía, alpiste, quinoa, las vamos a dejar remojando por 4 a 6 horas. Mientras que, las semillas grandes las dejaremos por 8 a 12 horas.
Una vez transcurrido el tiempo, vamos a eliminar el agua y enjuagar las semillas. Con esto ya estarán listas para consumir.
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